«La UCR se encuentra ante la oportunidad de volver a tener un papel condicionante y de abandonar la nimia supervivencia que caracterizó su andar reciente. Tiene la posibilidad de dejar atrás una etapa política que la encontró subordinada tanto en su interacción con el PJ, en experiencias como las del Radicalismo K y la Concertación Plural, como en la disputa por la atomizada representación de las capas medias de los últimos años. Se encuentra ante el dilema de competir por un improbable dominio nacional o volcarse a la recuperación del rol hegemónico en la oposición al justicialismo. Persistir en la trivialidad de su aspiración testimonial, o recobrar su capacidad condicionante tanto en su alcance electoral como a la hora de la negociación con la administración central.

Quizás más impulsado por un cálculo político que por una vocación institucional, sí, pero el sistema político ha ensayado una respuesta al 2001. Se encuentra ante la oportunidad de reconstituir sus dos principales herramientas de representación del siglo pasado, aún cuando estas presenten endebles delimitaciones y difusas identidades. El curso de la carrera electoral determinará la suerte de esta eventualidad. ¿El bipartidismo es un sueño eterno? Demasiado pronto para opinar

Fragmento de «Radicalismo para todos«, nota publicada en Panamá Revista el día martes 25 de noviembre de 2014, pueden verla haciendo click aquí.

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«Una de las discusiones que empieza a tomar actualidad de cara a la carrera electoral es la posibilidad potencial de encontrarse con un gobierno no-peronista en 2015. Un contexto de desgaste del oficialismo y un peronismo dividido en la pugna por la sucesión han llevado a parte del análisis político a considerar esta posibilidad. La economía en situación recesiva, el crecimiento de Mauricio Macri en las encuestas y el conflicto al interior de la alianza UNEN por un eventual acuerdo con el PRO han puesto nuevamente el debate sobre la mesa: ¿puede un gobierno no-peronista ser electo en 2015?«

Fragmento de «¿Puede haber un gobierno no-peronista en 2015?«, nota publicada en República Unida de la Soja, blog del periodista Lucas Carrasco (@carrascolucas), pueden ver la versión completa haciendo click aquí.

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Marine II

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«El jubilado, el obrero de las ciudades industriales, el pequeño productor agrícola, ilustran distintos perfiles del votante periférico al que ha sabido apelar el Frente Nacional. Marine logra sortear los límites del arco político y logra ubicarse tan a la derecha de la UMP como a la izquierda del PS dependiendo de las circunstancias.»

Fragmento de “¿Por qué está creciendo Marine Le Pen?”, nota publicada en la edición N°97 de El Estadista, pueden ver la versión digital del 6 de mayo de 2014 haciendo click aquí.

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Marine I

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«Tras una gran elección el domingo pasado, Marine sentenció: “Vamos a acabar de una vez por todas con esa idea delirante de que somos un peligro para la República”. Puso el grito en el cielo por su integración. Marine no quiere enfrentar a la Quinta República. Quiere ser parte de ella. Marine acepta las reglas del juego de la democracia liberal. Su peligroso ascenso no es más que el fruto del vacío de representación. Es su resultado, su consecuencia lógica. Un poco de populismo, del otro lado del charco. Y alguien tendrá que hacerse cargo.»

Fragmento de «Marine», nota publicada en Panamá Revista, el día 8 de abril de 2014. Pueden verla completa haciendo click aquí.

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2013

@LucaSartorio

 

Lo que hubo para decir:

Lo que hubo para leer:

 

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Anchorman

Sin título

“Los kirchneristas me dicen que soy un opositor. Los macristas me dicen que soy kirchnerista. Los de izquierda me dicen que soy un facho. Los fachos me dicen que soy un panqueque. Los progres me dicen que soy la derecha. Los de la derecha me dicen que soy un vendido. Los vivos me dicen que soy un pelotudo. Los pelotudos me dicen que soy un forro.”

Eduardo Feinmann

Ya en aquellos archivos de Sensación Térmica de tiempos pre 2001 se puede apreciar cómo se fue gestando la dinámica de la convivencia jamás resuelta entre Eduardo Feinmann y nuestros sectores medios más ideológicamente intensos. Señalado por Jorge Lanata en el viejo Día D como un “quemalibros”, era resistido por un progresismo que vivía su época dorada comunicacional. El inicio de la década fue modelando el éxito de Radio 10, bastión en el que confluían las grandes figuras del Grupo Hadad y espacio que propició incipientes principios de masividad de un Feinmann que figuraba todavía como un actor de reparto dentro del equipo del Negro Oro. Tras la crisis del 2001, la emisora emerge con un sello transgresor desde una impronta conservadora con el ya consumado clima de época del fin de ciclo menemista, signado por el auge editorial de la centroizquierda cultural. Y fue durante el kirchnerismo cuando Eduardo experimentó el despegue profesional. Su consolidación vino de la mano del crecimiento de la radio que mejor expresó durante estos años la idiosincrasia de la clase media metropolitana en el dial.

2013 parece ser el año del apogeo. Su programa en C5N hace rato que se consolida como referencia del cable. El debate sobre libertades individuales encuentra a su estudio como sede principal y alimenta de rebote el contenido de la programación. Drogas, tomas, piquetes, aborto y sexualidad se conjugan con el mejor diseño gráfico del rubro noticiario al estilo Fox News. Epicentro de la polémica metropolitana, El Diario tiene el patrimonio televisivo de todo asunto que un diario ubicaría en la heterogénea rúbrica “Sociedad”. Feinmann desideologiza la escena para volverla más genuinamente política. Con agilidad, sortea las tradicionales distinciones del debate público actual, evita mayores referencias dentro de la lógica oficialismo/oposición e incluso en la de izquierda/derecha. Prefiere ordenar la discusión más bien en los términos del combate al desorden desde cierto “sentido común” que pretende enarbolar.

Es furor en la comunidad twitter, sí, pero también le marca la agenda a los multimedios en los que termina por incursionar. Feinmann es más que un fenómeno del microclima, es la voz del grueso de una clase media que adhiere a sus consignas troncales: a la escuela se va a estudiar, las calles no se cortan y la falopa se está comiendo a los pibes. Alguna vez le dijo a Lucas Carrasco en una entrevista: “yo creo representar una mayoría silenciosa, que no grita ni tiene voz en los medios”. Democratiza la pantalla dándole aire a un escuadrón diverso de invitados que va desde jóvenes UBA hasta párrocos, boqueteros o literatos, pasando por personajes como Alex Freyre o Malena Pichot. Cualquier figura con una relevante dosis de polémica y de marginalidad es plausible de participar. Esa amplitud es la que le permite adquirir el diferencial que lo separa cualitativamente del resto: en el show hay lugar para todas las voces. Consigue llamar la atención de propios y extraños y le permite exponer crudamente ante la audiencia la incongruencia de sus exóticos adversarios. Entiende que una buena forma de imponerse es elegir bien a su antagonista. Amigo o enemigo, en El Diario no hay lugar para los débiles.

Como todo gran emergente, Feinmann tiene su hit. Las tomas de los secundarios UBA son una debilidad de su público nutrido de una mezcolanza de indignación, batalla cultural y consumo irónico. Explota a fondo toda la dimensión del espectáculo en el que los chicos juegan a ser grandes y los grandes añoran ser chicos. Aprovecha la inconsistencia de los adultos que no se muestran dispuestos a ejercer su rol de padres y mantiene un mano a mano brutal con los chicos de estética latinoamericanista y con todos los lugares comunes de la izquierda estudiantil. Y así se generan intercambios de alta intensidad que luego serán repetidos hasta el hartazgo en programas de archivos y portales de noticias.

Eduardo ha logrado constituirse como el conserva hit de la pantalla. Ya no queremos al Feinmann filósofo disertando sobre Hegel en Canal Encuentro y preferimos a aquel que con violencia nos denuesta las vilezas del “charuto”. Del staff de la Radio 10 de antaño, el del Negro, Baby, Chiche y compañía, fue el único que se sobrepuso con creces a la implosión de la batalla cultural y quedó parado de frente a lo que se viene. Nuestra clase media ya tiene en el cable su presentador selecto. Los tiempos que se vienen lo incluyen dentro y con su rol protagónico intacto. Queremos polémica y por eso extrañamos la columna de deportes del eléctrico Elio Rossi. Queremos la intensidad de un todos contra todos para despuntar el vicio del debate pero sin revolearnos abultadas y tediosas argumentaciones. No queremos pensarlo tanto, simplemente queremos polemizar. La ampliación de derechos se pone a prueba en los estudios de C5N. Las expresiones marginales de nuestra sociedad se juegan ahí su prestigio. No pretendemos resolver nuestra convivencia. Eduardo Feinmann relatará nuestro Mayo Francés. Y nuestro Woodstock. Y que no se quemen los libros. Pero que arda el cable.

 

La nota fue publicada en Infobae el día martes 22 de octubre del 2013, pueden verla haciendo click aquí.

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El amor después del amor

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«La representación va y viene, cuenta lo que se hace con eso» (@HAL______)

El clima post PASO empieza a marcar algunos aspectos que anticipan lo que será la carrera a 2015. La reconfiguración del escenario implica nuevas problemáticas para los distintos actores. Indudablemente quién ha logrado constituirse como la figura relevante del 2013 es Sergio Massa. Dentro del arco político, el tigrense fue el mejor intérprete de lo sucedido en los últimos dos años y se consolida como un actor protagónico en la contienda por la conducción justicialista. Con una victoria segura y una brecha que se ampliará en octubre, se cierra un período que posibilitó su emergencia en la órbita bonaerense y se abre una etapa en la que deberá afrontar nuevos desafíos a escala nacional.

El peronismo vuelve a ser un espacio en disputa. El reordenamiento está lejos de abandonar su rumbo incierto. Son muchos los actores con pretensiones protagónicas y si bien éstas no siempre se acompañan de un sustento real, la dispersión no es un dato menor a la hora de pensar en cómo se reacomodará el tablero. Los gobernadores con adhesión oficialista de baja intensidad parecen ser las figuras subestimadas por el diagnóstico político actual. Podrán tener un techo bajo desde su autonomía, pero también un poder de veto relevante. Con mucha regionalización, se presenta aquí el desafío más importante para el Frente Renovador de cara a la carrera presidencial. Cohesionar esas tensiones no será sencillo. Menos con la impronta bonaerense que condiciona al massismo: tendrá que armonizar las históricas demandas de la provincia en materia fiscal y de representación con los intereses del peronismo del interior.  Si bien el poder de fuego territorial de los “aparatos” por momentos es sobredimensionado, la realidad es que este se convierte en condición necesaria para posibilitar la existencia de un armado nacional.

El otro aspecto a atender por el tigrense de cara a 2015 será la adaptación de su discurso a su flamante rol de legislador. Su perfil gestor deberá interactuar con las limitaciones del cargo. Cuando tomar la delantera en la agenda impera como necesidad, ser gestión siempre es una ventaja. Lo sucedido recientemente con ganancias es ilustrativo. Si bien la habilidad del FR para marcar agenda quedó en evidencia, el oficialismo supo capitalizar la iniciativa de la competencia. Aún siendo tardía y oportunista, la reacción del kirchnerismo es válida. Y reclamar el copyright difícilmente sea una estrategia interesante: quizás tenga un mínimo asidero en la coyuntura pero el impacto sobre el bolsillo a largo plazo de los sectores medios es lo que moverá (o no) el amperímetro.

En un escenario de fuerte desgaste del arco político, deberá demostrar mucha destreza para escaparle al clima de confrontación. En los tiempos previos a la campaña, su indefinición supo descolocar a las distintas fuerzas. Caminar por la “ancha avenida del medio” será más complicado dentro del congreso. La “administración dosificada del discurso”, como la llama Luciano Chiconi, fue un mérito distintivo. Mantener esa ubicación es otra tarea a emprender en estos dos años que se vienen. Y tampoco hay que subestimar el microclima, no siempre es tan sencillo escaparle. El mismo Massa por momentos no supo abstraerse de esa lógica.

2013 vino a cerrar una etapa. El fin de ciclo de la hegemonía kirchnerista sobre el arco peronista abre un nuevo capítulo en la lucha por la sucesión. Una nueva etapa demanda nuevos atributos y una capacidad de readaptar estrategias y discursos ante un escenario dinámico. Sergio Massa fue el actor estrella del último período y se anotó como jugador protagonista en la disputa que se avecina. Consumada la victoria en octubre, deberá moderar el entusiasmo y volcarse al nuevo panorama, porque tiene mucho para celebrar, pero esto recién empieza. Son tiempos de representaciones volátiles. Nadie tiene la vaca atada. Renovar permanentemente la legitimidad popular es el desafío para la nueva dirigencia. Veremos cómo sigue.

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Reordenamiento

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«Una elección es todo ese proceso que dice si consumís o producís poder» (@Tintalimon)

El resultado de las PASO marca un antes y un después en la vida política nacional. Sin dudas lo más relevante en las primeras lecturas post electorales es el profundo desgaste del oficialismo. El kirchnerismo no sólo fue superado, como se esperaba, en los grandes distritos sino que fue sorprendido en algunas provincias que se consideraban bastiones como los casos de San Juan o de La Rioja. Con la caída del FpV en la provincia de Buenos Aires frente a Sergio Massa se genera un escenario de disputa hacia el interior del peronismo que parece pronunciarse de aquí a octubre. Esta situación ha vuelto a poner a la cuestión del fin de ciclo, una vez más, en el centro de la escena del debate público.

La gran novedad de la elección pasada es la fragmentación del voto peronista. La hegemonía del FpV dentro del justicialismo se ve discutida ante la emergencia del Frente Renovador. Se especula con que Massa siga sumando intendentes a sus filas tras la importante elección que hizo en muchos municipios del conurbano bonaerense. Esto indudablemente le da un carácter distintivo a la elección como hecho político. Se inicia así, tras las PASO, un proceso de reconfiguración del peronismo que se inicia en la órbita bonaerense.

En el análisis político post electoral, nuevamente, tanto oficialismo como oposición confunden los aspectos centrales. El cristinismo buscó usar como espejo lo sucedido en 2009, resaltando que se trata de una elección de medio término y que la fuerza se ubica como primera minoría nacional. La oposición en cambio hizo hincapié en la merma de votos del FpV tras lo sucedido en 2011. Ambas lecturas resultan forzadas: 2009 y 2011 poco se parecen al proceso actual. El factor que dificulta dichas comparaciones es que hoy nos encontramos con un peronismo en disputa. Y esa es la gran novedad de 2013. La actualidad nos encuentra con un liderazgo emergente dentro del peronismo en la carrera por la sucesión y eso es inédito en la experiencia kirchnerista. Aquí llegamos a la cuestión del “fin de ciclo”. Cuesta hablar de “fin del kirchnerismo”, cuesta hablar del fin de una fuerza que aún tiene dos años de gestión por afrontar. Pero ya no hay hegemonía dentro del justicialismo, situación que no se vive desde la contienda con el duhaldismo. Ahí sí, algo se rompió. Ahí sí, hay un fin de ciclo.

Y pese al entusiasmo dentro de las filas del Frente Renovador, la reordenación del peronismo también tiene un futuro incierto. El oficialismo tendrá que concentrar esfuerzos para evitar el salto de intendentes al massismo y matizar el crecimiento de una brecha que en la provincia ya es bastante contundente. Pero para Sergio Massa surge un nuevo desafío a la hora de disputar la conducción del justicialismo. Impulsado por su impronta bonaerense y municipal, tendrá que hacerlo sin perder de vista las históricas demandas de la provincia. Y a la hora de intentar conciliar fuerzas con el peronismo del interior, tendrá que demostrar mucha habilidad política para generar consenso en esas circunstancias.

2013 no nos deja necesariamente un kirchnerismo acabado, pero sí un peronismo que pretende reestructurarse. Tiempos de reordenamiento. Se abre una nueva etapa en la que habrá que ver cómo se reordena la interacción Scioli-CFK, la línea de Massa para llevar adelante un armado nacional y cómo se darán las tensiones dentro del justicialismo. Barajar y dar de nuevo. En ese sentido, la comparativa con 2003-2005 es mucho más rica que la que podamos hacer con 2009-2011, o 2011-2013.

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